RECUPERAR EL VALOR DE LA CULTURA DEL ESFUERZO...O NO
La llamada "cultura del esfuerzo" de la que tanto se habla esconde ciertas dimensiones que me gustaría comentar.
Por un lado, se asocia a una falsa meritocracia en la que no se tiene en cuenta la desigualdad social de partida, que suele determinar en gran medida las opciones de futuro de cada persona. Cuando analizamos el fracaso escolar, tendemos a no tener en cuenta los motivos del mismo y cómo las instituciones educativas tienden a reproducir la realidad social de partida.
¿Es por tanto, el fracaso escolar un resultado de la falta de esfuerzo? O por el contrario ¿intervienen otros factores como las metodologías de trabajo, el entorno socioeconómico, la realidad social en la que vivimos..etc. ? Los defensores de la cultura del esfuerzo reducen a un problema individual una realidad mucho más compleja en la que ciertos factores hacen que en nuestro país el fracaso escolar sea mucho más elevado de lo deseable; culpabilizando a estos estudiantes de su fracaso y ofreciendo como única receta recuperar e inculcar los valores tradicionales del esfuerzo.
La cultura del esfuerzo que se ha transmitido tradicionalmente va unida al sacrificio, a la renuncia, la abnegación, el malestar...Hay que esforzarse para obtener algo en la vida y por tanto, en la escuela. La disciplina, la obediencia y el esfuerzo van unidos en esta visión, por lo que el esfuerzo se convierte en un valor en sí mismo, en un fin por sí solo, sin tener en cuenta la frustración que genera el esfuerzo sin recompensa. Porque, ¿qué sucede si nos esforzamos, pero nos esforzamos "mal" ya que no se obtienen los rendimientos esperados? Desde la escuela se debería ayudar a los estudiantes a dirigir el esfuerzo en algo que les sea útil, con lo que lleguen a obtener aquello que están buscando, y no como un medio para "sentirse bien" únicamente porque nos estamos esforzando. Esto en última instancia, provoca satisfacción y felicidad, nos sentimos bien no sólo porque nos estamos esforzando y eso es algo positivo per se, sino porque nos esforzamos y conseguimos resultados, nos satisface lo que hemos obtenido y esto genera motivación por el aprendizaje.
Y es que se puede entender el esfuerzo no como un fin en sí mismo, sino como un medio para conseguir nuestros objetivos. Es un esfuerzo no tan vinculado al sacrificio y más a la constancia, la convicción, al compromiso. Poniendo en relación el esfuerzo y el talento, la creatividad y por qué no, el buscar alternativas para conseguir el mismo resultado con menos esfuerzo. Que el aprendizaje esté ligado a procesos que generen más entusiasmo que preocupación, motivación en lugar de ansiedad o miedo al castigo. Esto, por supuesto, necesita de metodologías que incluyan personalización educativa, que tengan en cuenta las potencialidades de cada uno y generen autonomía y autoconfianza, además de la necesaria disciplina para conseguir llegar al éxito. No es tanto estudiar y aprender para un examen, sino aplicar el conocimiento, aprender a pensar, a conocerse a sí mismo y a regularse, a cooperar y expresar lo aprendido.
Todo esto es mucho más fácil de decir que de hacer, por eso desde la breve actividad de grupo planteamos algunas cuestiones más concretas que consideramos pueden ayudar a conseguirlo en las aulas:
Fomentar el esfuerzo mediante la motivación del alumnado, adaptando los contenidos e incluyendo una aplicación práctica al conocimiento adquirido.
Animar al autoconocimiento: Búsqueda de información mediante experiencias, trabajos en grupo, etc.
Actualización constante de la metodología de enseñanza.
Que instrumentos darías a conocer a las familias para que ellos motiven a sus propios hijos en el valor del esfuerzo.
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